¡Que viene el lobo!

Podemos

¿Por qué El País decidió no publicar el habitual sondeo electoral de Metroscopia en junio? ¿Misterio insondable o intereses políticos?

Según el informe de Metroscopia, que pregunta por la intención de voto en futuras elecciones generales y municipales, Podemos adelantaría al PSOE bajo porcentajes similares a estos:

PP 26,5%
PODEMOS 21,5%
PSOE 17,5%
UPyD 6,2%
IU 5,9%
Otros 22,3%

Lo que en escaños se traduciría en los siguientes resultados:

PP…………………..126 diputados
Podemos…………….83 diputados
PSOE…………………74 diputados
UPyD………………..10 diputados
IU……………………8 diputados

Fuera de la veracidad de estos resultados, el efecto bandwagon o de arrastre es evidente. El repunte de Podemos ha hecho que la ciudadanía se una a una percepción en crecimiento, según la cual Podemos es un caballo con cada vez más opciones de éxito. Pero existe un escenario tan difuso y cambiante, que las estadísticas de intención de voto mutarán al abrigo de un emociograma en ebullición que hace imposible predecir el resultado final.

Ahora bien, el hecho de que las encuestas tengan un carácter tan inestable no resta importancia al hecho de que la prensa no haya dado luz verde a los datos, le gusten o no. Estamos ante un ejemplo grave de ocultación interesada, un frente común que evita que Podemos se convierta en un serio competidor electoral, desestabilizando un consenso invisible entre las diferentes instituciones públicas tradicionales, apoyadas por los medios oficiales.

Ya hace años se ponía de manifiesto que la guerra electoral se cocía más en las redes digitales y la calle que en los medios tradiciones, quienes hasta ahora creían tener en sus manos la voz ciudadana e influir eficazmente sobre su voluntad de voto, con campañas calculadas, con presupuestos millonarios. Esto está cambiando y va más allá de la naturaleza estacionaria o no de Podemos. Los partidos tradicionales entraron tarde y mal en internet, y cuando lo hicieron su modelo de fidelización era unidireccional; pretendía que el ciudadano entrara en su red social y participara en un proceso en el que después no iba a ser vinculante la opinión del internauta. Frente a este modelo de fidelización, cada vez son más los ciudadanos que demandan canales de debate y decisión bidireccionales, equipos en red que liguen las demandas de la ciudadanía con las decisiones políticas en ayuntamientos, comunidades autónomas y sigue subiendo. Los partidos políticos tradicionales o históricos (como gustéis llamarlos) viven aún en un universo analógico, bajo paradigmas ideológicos intronizados a modo de letanía que repiten, pero que después no se traduce en hechos consumados. La frescura de los nuevos partidos emergentes es su voluntad de acercamiento con el electorado y su carácter eminentemente reformista. Su debilidad, por otro lado, es evidente. Carecen de experiencia, de un discurso homogéneo, de una militancia organizada, de redes de influencia.

Hay miedo entre los círculos de poder. Podemos supone para ellos una fuerza política peligrosa, desestabilizadora del status quo preconfigurado por las grandes partidos y el resto de instituciones y grupos de presión. Un cambio sustancial de política nacional supondría romper vínculos de interés con empresas y organismos a través de los cuales se regía hasta ahora la red de influencias habitual. Por otro lado, no está claro el compromiso de Podemos con el proyecto europeo, aunque intuimos que estaría de acuerdo con un referéndum vinculante a través del cual la ciudadanía decidiera seguir o no bajo su influencia. Es comprensible que PP y PSOE vean peligroso este ascenso y que hagan lo posible, mediante presión mediática y bajo cuerda, para mitigar su fuerza social. Sin embargo, no interesa a estos partidos hacer un frente común contra Podemos, ya que éste afectaría negativamente en la intención de voto, bajo la sospecha de un pacto invisible. De ahí que cada uno haga su guerra por su lado, pero en líneas generales coincidan en lanzar a sus medios de comunicación afines contra Podemos. La guerra política, es previsible pensar así, no se luchará solo en los medios, sino que buscará resortes, intersticios que bordeen sinuosamente la legalidad y mucho más la moralidad a fin de encontrar debilidades que revelen a Podemos como un partido que no merece la confianza de su potencial electorado.

Sin embargo, este ataque contra Podemos es un arma de doble filo de cara a futuros comicios. Puede activarse aún más el crédito popular que ya posee. De ahí que PP y PSOE no pueden jugar ofensivamente de cara a la galería contra Podemos. Esto solo minaría aún más su credibilidad, ya de por sí debilitada. Su estrategia debe ceñirse a los hechos, a la fuerza de sus propuestas. La competencia en política estimula la creatividad y obliga a los partidos a ponerse las pilas. Hasta ahora el tablero se lo repartían PP y PSOE sin sustos de última hora. Ahora deben aceptar la diversidad y huir de la crítica irracional, el ataque sin argumentos, la deslegitimación sin pruebas, si es que no quieren que la pelota vuelva a su tejado agrandada. Pase lo que pase, la irrupción de Podemos es beneficiosa a pie de calle. Activa el interés por la política y la participación ciudadana, somete a la democracia a una prueba de madurez y a un lento aprendizaje sobre cómo respetar el debate plural y la diversidad de ideas y talantes.

El discurso de Podemos es difuso, más poético que anclado en la realidad; su modelo asambleario, un quiero y no puedo. Su origen, un misterio. Sus fuentes económicas, una incógnita. ¿Y qué? La hemeroteca de PP y PSOE nos ofrecerían jugosos e inquietantes ejemplos de igual o mayor calibre. Podemos es un hecho consumado con el que hay que convivir y quizá en un futuro con el que pactar y gobernar. Poner el acento en que Podemos es un peligro para la democracia es errar el tiro. El peligro más grave contra la democracia es la incapacidad de escucha y acuerdo. Buscar chivos expiatorios con los que exculpar miserias propias.

Publicado por

rbesonias

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3 comentarios en «¡Que viene el lobo!»

  1. Yo solo deseo que gane podemos y, si tiene que derogar la democracia para limpiar el país, hágase pues que falta le hace a esta España pseudo democratica y, todavía no, post fascista

  2. El ciudadano medio percibe el pánico que tienen los dos grandes partidos a la irrupción de Podemos. Al fin y al cabo, solo es un partido que ha tenido un cierto éxito en las europeas. Pero sin duda hay más. Ellos tienen sondeos de opinión como el que has apuntado y no publicado por los medios, y otros no me cabe duda y saben que Podemos es un fenómeno nuevo. La primera vez que un partido extramuros puede dar el susto a los partidos tradicionales. Empezar de cero es muy difícil casi imposible. Todo está en contra para que un partido nuevo pueda afianzarse. Podemos no tendrá derecho a espacios de propaganda ni subvenciones de ningún tipo, pero la propaganda se la hacen los adictos al sistema, a la «casta», cada vez que los quieren crucificar y aplastar. Su nerviosismo les hace caer en la trampa y le hacen el juego a Podemos con cada declaración acusatoria. El ciudadano sabe que tiene una bala en su recámara por primera vez para darle una patada al sistema. Este es el principal valor de esta formación: su potencial antisistema que, tras unos años como los que hemos visto, lo hace especialmente atractivo. Le votarán hasta los que sientan desconfianza a sus orígenes chavistas solo para dar en la badana al PPSOE y demás amalgamas incluida IU que también siente en su cuello el aliento de Podemos. Aunque solo sea por probar algo diferente.

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